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I
Amanece.
El tren avanza despacio
con ruidos metálicos,
Tac tác, tac tác,
bandeándose de un costado a otro,
Como si quisiera soltarse del corset de la vía.
Nos juntamos con Juan
en el espacio entre dos vagones.
Va lento el asunto. Paciencia.
Ya es suficiente para sonreír,
haber escapado al menos por un rato
de la vida cotidiana, de la ciudad,
de las obligaciones,
y dedicarse a ver pasar el paisaje.